Si se tiene en cuenta la historia reciente del Masters de Augusta, hay dos hombres que la han revolucionado: Seve Ballesteros en la década de los ochenta y Tiger Woods en la del cambio siglo. La victoria del cántabro en 1980 obligó a los estirados rectores del Augusta National a tomar medidas para evitar que se les viniera abajo su mundo cuadriculado. Seve no solo batía el registro de precocidad, sino que era europeo y con posibilidades de «romperles» el campo. Así que, contraviniendo las órdenes del mítico Bobby Jones, empezaron a remodelar el diseño comenzando por los «greens». Pese a ello, Ballesteros volvería a ganar otra chaqueta, pero el aviso ya estaba dado: el recorrido se tendría que ir adaptando a los nuevos tiempos. Estaba bien la tradición, pero no se le podía dar la espalda al golf moderno